El presidente argentino Javier Milei llega a Nueva York con varias tareas diplomáticas que reflejan una estrategia clara: reforzar alianzas políticas internacionales mientras apunta a asegurar apoyos económicos internos para su gobierno. En los próximos días se reunirá con Donald Trump y Benjamin Netanyahu, coincidencias que acentúan su acercamiento tanto con Estados Unidos como con Israel.
Una de las promesas más polémicas que Milei ha ratificado es que en 2026 moverá la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén. Esa decisión redobla su respaldo a Israel, aunque también genera críticas tanto diplomáticas como de sectores que advierten posibles repercusiones en la política exterior con países árabes y comunidades que han sido tradicionalmente críticas de ese paso.
El viaje también tiene un componente económico urgente. Argentina mantiene un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), gobierna en medio de una economía convulsa, y sufrió tensiones en los mercados tras la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires. Por eso, Milei, acompañado del canciller Gerardo Werthein y el ministro de Economía Luis Caputo, se reunirá con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, en busca de acuerdos que permitan estabilizar la economía y recuperar confianza ante inversionistas.
Además, el contexto en el que se producen estos encuentros es el de una política exterior cada vez más definida por apoyos ideológicos fuertes, alineamientos claros, y decisiones que podrían redefinir relaciones diplomáticas de Argentina. Milei ha sido muy vocal sobre temas como la autodeterminación de Israel, la lucha contra el antisemitismo, y ha criticado a actores internacionales que, según él, han confundido víctimas y victimarios en conflictos como el de Gaza.
El escenario es delicado: por un lado representa una apuesta personal y política de Milei para reposicionar a Argentina en el tablero global con aliados de peso; por otro, enfrenta críticas internas y riesgos diplomáticos. Las reuniones con Trump, Netanyahu y el diálogo con el FMI serán observadas con lupa, tanto por lo que pueden significar externamente como por los efectos que tendrán sobre la situación económica doméstica, la percepción política interna y la estabilidad social.